domingo, 18 de mayo de 2014

Un amor [más] para toda la vida

La luz de la luna entra por mi ventana en busca de tu piel, pero no sólo no la encuentra sino que ilumina dos pieles distintas a las que esperaba. La mía, que dejó de ser lo que era desde que te tocó por última vez; la suya, más suave y joven, que no es la tuya.

Los rayos de sol entran por mi ventana cada mañana. A horas intempestivas, las de mis buenos días. Quiero decir los del pasado, porque últimamente sólo me quedan de los malos y algún que otro de los buenos. Ya no son tus brazos los que veo rodeándome al despertar. Las sábanas ahora amanecen manchadas por el calor que la noche escupió en mi cama y me oscurecen, pese a ser de día, las sombras que el sol proyecta al ver ocupado tu lugar.

¿Sabes qué? Mataría por volver a cuando la luna nos miraba a ti y a mí, con la ventana abierta un día cualquiera entre semana de no un junio cualquiera. Con calor, mucho calor; aunque nunca lo suficiente como para no abrazarnos al dormir. Mataría por saborear su sonrisa en la tuya y por escuchar tus palabras en su boca. Ojalá tuviera en él al que un día fuiste conmigo...

¿Y sabes qué? Que le enseñaré todo lo que tú me decías. Le enseñaré a ser como tú en versión reducida pero ampliada y mejorada. Ampliada en los aspectos positivos, reducida en los demás y mejorada ínfima/infinitamente. Tengo un proyecto de él y de mí. Tengo un proyecto de nosotros. Pero por poco tiempo: este proyecto es un amor para toda la vida. De esos eternos que duran lo que un latido.

jueves, 15 de mayo de 2014

Flames again

"- Te comería la sonrisa.
- ¿Y a qué esperas?"

Esperaba cualquier respuesta menos esa, que fue algo así como "fin de la tregua, pasemos a la acción". Y es que menuda sonrisa tienes, tienes una sonrisa que inspiraría hasta al peor de los poetas. Es cierto que un clavo no saca otro clavo pero, ¿qué clavo si nunca hubo ninguno? Si ahora sólo estamos los dos en esta habitación. Si el pasado ardió y ya es ceniza. Si sólo hay un presente de tú y yo con cerillas y un futuro de nosotros en llamas eternas e incombustibles.

No podemos decir que de este agua no beberemos porque podríamos (podemos) acabar sedientos y sólo con nuestra opción. Ojalá solos, tú y yo, con mucha sed. Una vez dije que no me enamorarían unos ojos marrones y me equivoqué. De los tuyos mejor obviar rasgos, que hasta el adjetivo más justo constituye un insulto. No sé cómo decirte esto, no hay palabra que haga justicia a tu boca, a tus maneras, a tu escribir y a tu sentir. Enamora el simple hecho de verte. Nostálgico o risueño, enamoras; y me enamoras. Al principio te pedí que no iluminaras tanto mi oscuridad porque tu claridad me cegaba. Hasta eso me sigues haciendo bonito, amor; incluso lo haces más bonito cuando me llamas Nerona y nadie puede vernos pero todos nos oyen desde el otro lado de la pared, donde ninguno se quiere.

Que a qué esperaba para comerme su sonrisa... "A que tú quieras comerte la mía", me atreví a contestarle. Y ahora no me quiere (ni quiero) bajar de las nubes de su boca.

jueves, 8 de mayo de 2014

Se vende

Descripción: niña con ilusiones algo rotas, ojos tristes y corazón en no muy mal estado. Tiene la mala costumbre de morderse los labios, tocarse el pelo y estancarse en el pasado mientras se ahoga en el futuro. Puede ser algo despistada. Huye si la situación no le gusta pero siempre da la cara cuando debe. No le gustan las discusiones. Es rara, única o "diferente", pero eso es algo que todos decimos al principio para luego darnos cuenta de que es como las demás. Ama en exceso (como si pudiera haber exceso) y finge saber odiar. No sabe nada del tema olvidar aunque sí sabe escuchar. Está acostumbrada a vivir con miedo, sin saber cuándo podría ser la última vez que vea a esa persona, pero sabiendo que si eso pasara ella iría detrás. Se ha dejado convertir en una triste feliz, experta en colocar cuellos de camisa por encima del asa del bolso. Le encanta leer y le chifla pasear mirando al cielo, sobre todo si pasa por debajo de árboles. Toca el piano pero ya no quiere que nadie la toque a ella. Le gusta escribir pese a que no se le da bien. Tiene la capacidad de aguantar distancias que a veces se tornan abismos, ciudades o países. Se encuentra en una relación amor-odio con las cosquillas. Reconoce sus errores y sabe pedir perdón. No se le da bien trabajar bajo presión. Cree en palabras sin esperar a los hechos. Experta en corregir faltas de ortografía. Tiene problemas de sudor en las manos. El comprador corre el riesgo de que le cuente chistes malos. Es una enamorada del azul. Tiene una fuerza interna que le hace derramar vasos de agua siempre y cuando tenga oportunidad. Al principio se le dan mal las personas pero todo es empezar. Antepone a los demás frente a sus propios intereses. Se le está olvidando saber elegir bien a las personas. Una vez le quitan la venda, la ceguera aún le dura un tiempo. Siempre quiso una púa y la tuvo sin saber que acabaría convirtiéndose en daga.

Véndele la moto; te la comprará. Defectos: quiere a los que la rodean y no le cuesta demasiado confiar en las personas. Condiciones de compra: precio negociable con envío gratuito a península. En envoltorio tipo "FRÁGIL".

lunes, 5 de mayo de 2014

Heads or tails?

Tails. Hasta hace un minuto quise traer de vuelta la pelota que dejé en tu tejado y de la que nunca volví a saber nada. Hasta hace un minuto. Como no sabía cómo decidirlo, me jugué a un cara o cruz escribirte o mantenerme en silencio. Recordé no sin dificultad tu número, pues tus recuerdos llevan un tiempo oxidándose en el olvido. Salió cruz. Me libré de darte la cara sin que me la pidieras, de recibir la bofetada y de tener que poner la otra mejilla. Ha sido una sensación jodidamente única e irrepetible. Ni siquiera me ha importado no saber qué decirte si salía cara; ni siquiera me has importado tú. Simplemente busqué la moneda mientras cruzaba el pasillo descalza. Salió cruz. Volví a borrar tu número sin preguntarme qué pudo haberte pasado en abril. Me cuesta asimilar que ya no te debo nada. Me reí guardando la moneda por haber querido, durante tan sólo 3 minutos, enrredarme otra vez en tus mentiras. De vuelta al sofá escribí esto que lees ahora, justo en esta línea, justo en estas palabras. Salió cruz, amor. Salió cruz...

Caí en lo débil que era al pensarme volviendo a ti. Pensé en lo fuerte que soy ahora por no dejarme seducir por tus tristezas fingidas, que son como una telaraña y una mariposa. Fuiste la araña que quiso acabar con mis alas cuando caí en la farsa que tejiste con versos. Tú estabas a expensas de que cayera alguna. Yo estaba aprendiendo a volar y quise descansar un rato en lo que, tarde, vi que era una trampa: tu trampa. Sólo lograste arañarme las alas hasta que conseguí librarme de tus poéticas mentiras. Escapé, alcé el vuelo y ahora me miras desde el suelo, del que nunca podrás huir. Porque tú, araña, nunca podrás volar como lo hace una mariposa. Porque tú arañas, dependes de lo que te rodea para creer volar mientras que yo vuelo y no necesito fingir. Porque yo no dependo de nada, tan sólo dependo de mí.

La cara dio contra el suelo y salió cruz. Cruz como la del cartel que te puse los primeros días, aquel que rezaba: No te enamores de las palabras, enamórate de los hechos. Pero no le hice caso y me enamoré del que sería mi primer error: me enamoré de ti, amor.

sábado, 3 de mayo de 2014

''Another day in paradise''

Me corrijo: another day in helldise. Llevo cuatro días que apenas duermo. Tú y yo sabemos de quién es la culpa, que hasta cuando no estás me robas horas de sueño, las únicas en las que no pienso en ti. Te escribo por las noches mientras me muero poco a poco escuchando las letras de Andrés Suárez. Podría volver a ti pero llegados a este punto de la derrota es un ataque-intento inútil, gratuito y absurdo. Muy absurdo. Porque todos los golpes que nos pudiéramos haber llevado ya los hemos recibido. Estoy desencantada con el mundo. Con las personas que hay en él. Todas parecen estar a la espera de la excusa perfecta para alejarse. En cuanto la encuentran no importa que sean seis años, no importa que sean seis meses. No les importa nada. Sólo el final y que quieren llegar a él. Les da igual lo que hayáis podido pasar durante el camino. No les importa lo que tengas que decir, no escucharán las razones que te han movido todo este tiempo. Les das exactamente igual.
Todo ha vuelto a pasar. Estos días me has llevado por el casco antiguo de la ciudad. Me has hecho flotar por calles con tu música en mis oídos. He vuelto a sentirme querida por primera vez. He vuelto a oler tu colonia (y eso sí es verdad). Todo ha vuelto a pasar. En mi cabeza. ¿Tú también estás haciendo un repaso de aquellos días? ¿Tú también estás sin saber qué escribir? Porque yo no hilo una sola frase con sentido desde que te lo quedaste todo. Llevo cuatro días menos contigo. Y tú, que llevas cuatro días más sin mí.

miércoles, 30 de abril de 2014

Read me again

Aquella mañana me desperté con un libro encima y la radio encendida. Estaban sonando piezas de piano que el día comenzaba a ahogar entre los llantos de los coches. Pero de eso no me di cuenta hasta que me vi ahí, prácticamente inerte. Fue de esas noches en las que decidí meterme en la cama sin pantalones, porque así me gustaba saborear la libertad. Fue, además, una de esas noches en las que me quité el corazón y metí un trozo de hielo en su lugar. Me volví a leer el libro, uno que me regalaron por esas fechas, con otro hombre a mi lado. ¿Sabes lo que pasó? Que él siempre tuvo mil preguntas sin que ninguna fuese un por qué. Esa pregunta nos la quedamos tú y yo mientras que cada noche la pasaba con hombres más interesados en leerme la piel en braille que en leerme a mí, como hacías tú. Y así todas las noches, con distintos hombres pero con el mismo libro. No sé si me explico. Es nuestra misma historia de siempre... Pero sólo conmigo.

domingo, 27 de abril de 2014

Over you

Superado. Te tengo muy superado.
(Aunque te quedase tan bien aquel traje).
Superado, te tengo muy superado.
(Aunque me abrazaras cuando nadie más lo hizo).

Quizás si me dijera que ya es suficiente,
quizás si lo hiciera, te superaría.
Quizás si me dijera que ya basta,
quizás si lo hiciera, te superaría...

Superarte... ¿Superarte?

Superada. Te tengo muy superada.
(Pese a que te rieras de todo lo que hacía).
Superada, te tengo muy superada.
(Pese a que dijeras que siempre serías verdad).

Quizás si me dijera que ya es suficiente,
quizás si lo hiciera, te superaría.
Quizás si me dijera que ya basta,
quizás si lo hiciera, te superaría para siempre...

Superarnos... ¿Superarnos? 

Me desmorono ante ti.
Me desmorono por ti...

Quizás si me digo que es suficiente, (ya no puedo aguantarlo) 
quizás si lo hiciera... (Puede que si me dijera...)
Quizás si me digo que basta, (puede que no me hund...) 
quizás si lo hiciera... (Naufragué por ti)

Quizás si me gritara que ya es suficiente...
Quizás si lo hago... 

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Siendo más o menos fiel a las ideas, he traducido Over you de Ingrid Michaelson con A Great Big World (puedes escucharla pinchando aquí). Este es un claro ejemplo de que las canciones son pura poesía y si les robas la música, las palabras gritan en el silencio. Espero que la disfrutéis tanto o más que yo.

miércoles, 23 de abril de 2014

You may say I'm a dreamer, but I'm not the only one

No recuerdo bien con quién estaba, un amigo creo. Estábamos hablando cuando vi que en la otra piscina había un grupo dando volteretas en el agua y divirtiéndose. Pillé a la chica en el momento en que se iba a sumergir por el impulso del chico. Su cara cambió por completo cuando me vio. Estoy segura de que tragó agua.

Mi amigo los conocía y se acercaron, así que no supe si su sorpresa la mostró al verme a mí o a él. Esa chica fue de las mejores personas que conocí y mi mejor amiga hasta que las dos nos equivocamos y no supimos perdonarnos. Establecieron una conversación aunque no estaba el otro chico al que no pude ver bien. Fue muy incómodo sentir cómo me ignoraba, ni siquiera me dirigió la mirada y sentía que sobraba. Entonces llegó el amigo, que no era nada más y nada menos que el él que tuve hace unos meses o eternidades atrás. En cuanto lo vi volví a sentir todo lo que una vez sentí y quise huir, como siempre hago si la situación no me es fácil. Las personas que más habían marcado mi vida y que yo uní eran amigas. El destino me puso todo eso ante mis ojos. Era incapaz de aguantarlo.

Le di un beso en la mejilla a mi acompañante, le dije que estaría fuera y me fui sin esperar respuesta. Al estar en la piscina las lágrimas pasaban desapercibidas. Lo que no pasaba tan desapercibido era mi cara de dolor y mis manos vacías pero cargadas de rabia. Yo les daba igual, eso estaba claro. Iba a subir la escalera para salir cuando alguien me sujetó por el pie hasta hacerme resbalar inocentemente de ella. Me trajo hacía sí con una mirada que expresaba mucho más de lo que estaba diciendo su boca, nada o demasiado, no puedo recordarlo; y me acercó a ella hasta que pareció no quedar aire entre nosotros. No convencidos con ello, nos sumergimos en un beso que todo parecía arreglar...

Y ahí abrí los ojos; todo sigue igual.

viernes, 18 de abril de 2014

Sálvame de toda esta mierda

Siempre he sido consciente de que la vida no es perfecta, pero es que me han dado algo así como una bofetada de realidad. Quizás lo peor sea que no es la única que llevo de un tiempo a esta parte. ¿Qué niño puede vivir con miedo por escuchar a su madre decir una y otra vez que lo mejor es quitarse la vida? ¿Cómo le ha podido tocar a él esa madre coraje cobarde? ¿Qué niño puede vivir con su padre a cientos, miles de kilómetros de distancia? Dime, ¿qué clase de niño? Y dime, ¿qué padre cruza tres países porque su hijo no recuerda el color de sus ojos? ¿Por qué ese niño, al crecer, tiene que alejarse para poder vivir más tranquilo? Para alejarse también de las constantes amenazas de su madre y para que parezca que su padre no se ha ido y sigue en casa, que el que se ha ido es él. ¿Por qué no pueden hacer de ese lugar un hogar con todas las letras? Un sitio de paz y no un campo de batalla en el que ir contracorriente es un riesgo que no corre cualquiera.

Cambiando de tema... O igual no. Odio que los demás carguen con mis problemas y los hagan suyos. Que yo no quiero que me los quitéis, que yo lo que quiero es que me ayudéis a saber llevarlos. Necesito que alguien, por una vez en la vida, tenga tacto diciéndome lo que sabe que me duele. También os podéis comprar un pack de sentimientos o un corazón. Necesito que los que me quieren aprendan a no agobiarme. Quiero ser escuchada sin que me digan que soy "una persona profunda y demasiado reflexiva" antes de que pasen a otro tema por quitarle hierro al asunto, y conviertan mis problemas en cosas meramente banales. Cosas banales, insustanciales, como las que hablas con el carnicero o el vecino del rellano, lo que charlas mientras pides un cuarto de pollo empanado. Empanado como el carnicero o cualquiera que finja importarle lo que sea que le estés diciendo. Reflexiva y profunda me llaman... ¿Entonces los que me consideran eso son unos superficiales? Puestos a ser injustos, seámoslo todos por igual (qué ironía ¿eh?). No descarto del todo que la culpa sea mía y deba pedir perdón. Nunca me había planteado que una persona que piensa supone un problema para el que no lo hace; parece que se vive mejor desde la ignorancia. Ya que estamos con supuestos. Supongo que escribo porque no tengo a nadie que me escuche o le importe algo más que cinco de siete días que tiene la semana. Supongo que vuelvo a callar. Supongo que te necesito. Supongo que tú a mí no.

Lee el título. Te espero.

miércoles, 16 de abril de 2014

'And this is what it is like or what it is like in words'

Dime que me odias, que ya no piensas en mí. Que nunca has soñado conmigo y que ha sido extremadamente sencillo ponerme en el olvido. Grítame que nunca te he dolido. Dime lo rota que sigo estando pese a ocultarlo con más letras. Ten el valor de hacerme saber que te has vuelto a enamorar de otra mejor, lo cual es bastante fácil. Dime que también escribe y se llama como yo, incluso que le gusta el azul. Párteme en dos. Llámame error, reconoce que nunca debiste haberme cometido. Rómpeme el corazón por donde tenga los pedazos más enteros o, peor, empieza a romperlo por donde ya está reconstruido. Hazme saber que has despegado mi olor de tus sábanas, que has arrancado mis pasos de tu vida, mi voz de tus sueños y los suspiros de las paredes. Dime que me quieres, o no sé, todo lo contrario (como que no sientes absolutamente nada cuando te escribo). Pero ni una sola mentira más que duela, ni una sola verdad más que arañe. Seamos sinceros.

Tú dime lo que quieras, que yo te diré lo que (te) quiero.


lunes, 14 de abril de 2014

Written in our skin

Dejar de escribir para mí es como el último cigarrillo que se propone fumar un adicto a la nicotina. Como despedirme de ti con la frase "dame un beso más y dejo que te vayas"; o como el que se engancha a un libro prometiéndose un capítulo más antes de dormir. Es decir: imposible.

Porque nunca resulta ser el último cigarrillo (hay una cajetilla esperando a ser consumida). Jamás será el último beso que me des (siempre pasas las noches conmigo aunque algunas no estemos en la misma cama). La historia tampoco acaba en ese libro (es una trilogía con final abierto).

Pero en realidad sí que terminan. El paquete, la noche; el libro. Lo que no acaba es el deseo de fumar, de que se vuelva a ir la luz y de leer otra novela. No, no terminan porque ahora bajo la persiana cuando aún es de día para poner los cinco sentidos en mi droga (tú), mientras voy avanzando por las páginas del libro, buscando el marcador para ver por dónde lo dejamos la última vez.

¿Qué me dices de una noche así? Con una cajetilla nueva, sin luz y un libro por leer escrito en nuestra piel. Incluso por escribir... Hagamos algo distinto a aguantarnos la mirada y las ganas de nosotros. Tráete las copas; yo pongo el vino con el que nos descubrimos aquella vez. De cena nos tenemos a ti y a mí.

Propongo que discutamos, que me alces la voz. Que te equivoques tú también y no sólo yo. Que me mires con odio como yo te miro a ti por haberme enamorado como lo has hecho, sintiéndome culpable por haber dejado atrás el pasado tan rápido que ya ni siquiera soy capaz de recordarlo. Deja de hacerme creer que contigo la vida puede ser y es perfecta, porque estoy empezando a crear una religión con tu nombre.

Nunca se me pasan las ganas de besarte con palabras. De escribirte con besos. Sin embargo, mido mis palabras porque prefiero quedarme corta y pasarme la noche en vela besándote, por todo lo que no soy capaz de escribirte...

miércoles, 9 de abril de 2014

Scarlet letter

He soñado que volvía.

Que me enviaba una carta anónima de cuatro folios, escrita con su letra en bolígrafo rojo.
Que venía a verme porque por fin entendió que no fueron maneras de decirme adiós.
Que me alejaba de él un segundo y pensaba en si se habría cansado de esperarme. 
Que me tumbaba encima suyo mientras le besaba con miedo a que me apartara. 
Que los calendarios dejaban de existir y el reloj no dolía porque se paraba.
Que no llorábamos más, que éramos felices sin ayuda de la felicidad.
Que soñaba con mis dedos enlazados en los suyos y me extrañaba.
Que tocaba para él River flows in you hasta dolerme las manos.
Que parecía entender algo más de la mitad de la historia.
Que lloraba conmigo por todo lo que vivimos juntos.
Que perdía el control en el peor de los sentidos.
Que recordaba la tristeza para olvidarme a mí.
Que decía que me quería para toda la vida. 
Que me besaba de nuevo en la espalda.
Que me llamaba para hablar un rato.
Que esta vez me quería de verdad.
Que él era mar; yo la tormenta.
Que nos amábamos sin mañana.
Que volvíamos a estropearlo.
Que volvíamos a intentarlo.
Que conocía a mis padres.
Que la cosa iba más allá.
Que no era un cobarde.
Que me quería mejor.
Que le pedía perdón.
Que me quería más.
Que le dejaba.
Que... Nada.

He soñado que vivía con miedo.

Que venía de repente y se iba yendo poco a poco. Fue una ola en el mar que iba y venía hasta que ya no regresó más a mi orilla. Y así, otras olas fueron borrando sus marcas en mi arena. Pero el orden de los granos, en el fondo, siguió igual a como él (me) lo dejó.

He soñado contigo. Quizás demasiado, tanto que ya viví lo que me faltaba por vivir(te).
Tanto que a veces pienso y creo que ya no necesito esa llamada,
que realmente nunca esperé verte frente a mi puerta,
que ya no busco en el buzón esa carta...

lunes, 31 de marzo de 2014

Lost compass

"No te olvidaré. No llames y vuelvas... No vuelvas y llames... Adiós, amor. No vuelvas a tocarme la piel".
Necesitaba un vals para olvidarte, Andrés Suárez



Yo aún sigo esperando a que llames y vuelvas, a que vuelvas y llames; pero nunca lo haces y me canso de esperarte. Con tu ida dejé de tener un motivo para levantarme cada mañana. Se me olvidó sonreír y aprendí demasiado bien a fingir. Me dediqué a recordarte mientras tú bebías para olvidarme. Te vi en cada tren vacío y en cada estación (a parte de la del invierno) en que no estabas, y yo te seguía esperando a la intemperie... Intenté encontrar mi brújula en los pasillos del metro, por donde una vez brillamos. Pero ahora voy a tientas, a oscuras, y no consigo recuperarla porque te la quedaste tú.

Sin ella he perdido mi norte. Ya no tengo motivos para dejar el sur ni para ser feliz. Tan sólo quiero irme lejos de estas calles que me recuerdan a ti y a mí, a lo que un día fue un nosotros. Que yo ya no quiero estar aquí ni allí, que yo sólo quiero estar y es contigo. Vivir en tu abrazo, habitar tu corazón. Sentir mi tristeza unirse a la tuya y verlas desvanecer juntas.

Me siento más sola pero a la vez más acompañada que nunca. No encuentro mi lugar ni quien quiera serlo mientras lo busco. Nadie me tiende la mano y me estoy ahogando en los recuerdos. Quizás sólo tuve un lugar: tu pecho. Puede que te siga queriendo; puede que todo este tiempo mi corazón haya estado congelado, con un muro alrededor para evitar volver a sentir algo por alguien que no seas tú.

He cambiado, lo sé. Antes te hubiera llamado para hablar contigo, antes no hubiera escuchado un "espero que te vaya todo muy bien y que seas muy feliz" mientras me dejaban sola en mi mundo. Antes era la buena de la historia. Si ahora soy la mala, ¿por qué pediría perdón? ¿Por qué comprendería si no comparto? ¿Por qué perdonarnos?

¿Por qué no intentar arreglar lo que se rompió? ¿Por qué vivir en constante espera a una llamada que nadie hace? ¿Por qué no hacerla ya?

jueves, 27 de marzo de 2014

Sixth degree of separation

Le dije que no me escribiera, que no volviera más. Obvié el "no me llames" porque tenía claro que no iba a hacerlo (de hecho así fue). Me entendió mal. Comprendió que le echaba de mi vida, menuda tontería. Si eso lo hizo él mismo cuando retrocedió para quedarse en el marco de mi puerta, aquel momento en que deshizo todos los pasos que había dado conmigo, pero sin mí.

Me quedé con las ganas en el tintero. Decían algo así como: le echo de menos aunque me extraño más a mí misma. No sé si sigo sintiendo algo pero ahora me quiero y me quieren por todo lo que no me amó. Decidí cambiar el "te odio" por el "no te odio" para que pudiera seguir con su vida (pese a que nunca dejó de hacerlo). ¿Acaso el odio es incompatible con el amor? Le quise y le odié hasta alcanzar la nada. Callé, cambié de estrategia y mentí como un cosaco. Me creyó sin más cuando le dije que estaba bien. Deshecha. Pero bien cada vez que preguntaba.

De ahí en adelante tuve que cambiar mis paredes. Preguntaban por él todos los días y nunca supe responder otra cosa distinta que no fueran mi genio y mi portazo de "buenos" días. Cambié de piel; tocaba muda. Dejé mi corazón olvidado hasta que alguien me lo recordó. Me enseñaron que con él se pueden hacer más cosas que nada tienen que ver con romperlo. Olvidé la eternidad en la que vivía; la llamé domingo por eso de no querer hacer nada sino dejarlo todo para otro día. Por esa pasividad que sufrí respecto al olvido, que siempre lo aplazaba a un lunes que ahora cuando lo beso tiene sabor a empezar de cero.

Supongo nunca supe gritar en silencio y escupí letras llorando, a veces odiando. Siempre queriendo. Supongo que antes de no necesitar escribirle sólo me enseñó a hacerlo sin que me doliera. Y nada más.

lunes, 24 de marzo de 2014

Spread your wings

No estás solo. Nunca lo has estado pero siempre te has sentido como tal. El mundo no se te caerá encima si dejas de empeñarte en cargar con él. Haz lo que sientas, no le pongas fecha a las cosas que debes hacer ni etiquetas a los sentimientos. Sólo haz lo que sientas cuando lo sientas, déjate llevar. Tú y yo sabemos que nunca has necesitado esto, sino un hombro sobre el que llorar, una persona que te escuchara. Encuéntrala si nunca fui yo.

Oblígate a sonreír si te cuesta hacerlo. Llora cuando lo necesites. Pon esa canción que te emociona. No mientas al espejo porque te mientes a ti mismo. Busca la felicidad si ella no da contigo. Necesitas que alguien te empuje a hacer todas esas cosas que no puedes pero quieres hacer. Sé que te doy igual, que todo te da igual, que hasta tú no te importas, pero a alguien sí. Explícame por qué sino volvería a tu vida la primavera.

¿Sabes? Eres un pájaro que se cree encerrado en una jaula. Bienvenido al mundo, la única jaula que has tenido siempre. El cielo es tu límite.

Déjate llevar por los vientos que mecieron tus hojas...

Abre las alas que una vez casi rompí. Vuela.

domingo, 2 de marzo de 2014

Otro capuchino, por favor

Esta mañana me levanté para desayunar nostalgia con dos de azúcar. Y me acordé de adicciones pasadas.

Café solo sin azúcar. Amargo y triste. Una bomba para quien no lo conoce si además dice ser de máquina (de escribir). Espera en cualquier cafeter(í)a a que alguna boca lo reclame y, cuando lo hace, todo es energía. Promete que su efecto (o amor) durará (que no te hará daño), que toda emoción vivida en ese momento es poca comparada con la que espera después. Aunque no lleve azúcar, te engancha su sabor; cuánto más tomas, más quieres. Eres nueva en esto del café y crees todo lo que te cuenta.

Poco a poco te asaltan las dudas. No sabes si está bien ir por el tercer café siendo las diez de la noche. Te preocupa no pegar ojo esa noche, pero cada vez que se te planta otra taza delante no puedes negarte. Así se suceden las semanas. Te tiene. Te tiene tanto que te quedas dormida cinco minutos y cuando despiertas el vaso está templado. Te lo bebes rápido para evitar que se enfríe más aún. Cada noche la misma historia y recurres al microondas. Empiezas a pensar si recalentar tazas (o camas que otros dejaron enfriar) es la vida que quieres llevar. Si vivir a la espera de nuevos filtros (o trenes) es sano.

Pasan los meses, no sin más dudas. Piensas que podrías pasarte al capuchino (a la felicidad), dejas de creer que el café está hecho para ti. Ya no te sigue el ritmo, ya no te hace efecto su cafeína. Ahora te pide más cantidad de todo y te sientes obligada a dar por tal de sentir ese subidón del principio (las mariposas). Te haces inmune a la adicción que sufrías (entras en la rutina) y duermes toda la noche delante de la séptima taza, a rebosar (de mentiras). ¿Y qué pasa cuando despiertas? Que está frío (como la cama desde que él se fue). Y todos sabemos que un café frío (o triste) no lo quiere nadie (ni ellos mismos). Sí helado; no frío. La verdad es que nunca te gustaron los fríos, sino los que te queman los labios y arrasan tu boca a su paso. Los que arden (los que duelen bonito). Ese café nunca te ardió por dentro (sólo te dolió, sin el bonito). Pero de eso te das cuenta después.

Dejas la taza sobre la encimera un tiempo. Sin querer tocar la frialdad que se ha instalado en ella (que en realidad nunca se fue). Evitáis el tema pero la cafetera se ha roto y a ti cada vez te da más asco tener que beberte los restos de lo que quedó. Es como si volvieras con tu ex (que ahora sólo es un "hombre" más) y te acostaras en su cama, con sábanas manchadas de rímel, barra de labios y con olor a perfume de mujer (o sólo a amor diestro). Esos labios marcados en la taza es como si no fueran los tuyos. Tanto abandono te ha enfriado a ti también, tanto que no encajarían en esa marca de carmín porque ahora sonríes más. Te hartas de la situación, coges la taza y tiras su contenido por el fregadero. No volverás a esa marca de café (o de infelicidad). Ya no eres la que fuiste un día (o sí). Pero él no ha cambiado.

Él sigue siendo un triste, amargo y frío café solo sin azúcar. Pero no de máquina como te dijo, sino de los otros.

martes, 4 de febrero de 2014

El duelo de tu ausencia

Quiero que me devuelvas el corazón, el poder respirar sin pinchazos, la cordura que un día de camino a la estación dejé olvidada en tu regazo. Pero el olvido te lo quedas tú que a mí no se me da bien. El dolor que no ha cesado (sino crecido) en cuatro meses me lo quedo yo, que sí entiendo del tema. La sequía de lágrimas me la dejaste toda para mí. El amor enmascarado en odio me lo sigo quedando yo, al menos por un tiempo más. La poesía pública te la llevas tú, la privada se queda en mi cuaderno, conmigo, deseando volar algún día a tus oídos. El verano se queda en las calles de una ciudad que nos vio nacer y crecer pero nunca marchitar. El azul para ti y el rojo para mí. La sangre de morderme la lengua se la escupo al lavabo. Los te quieros que me callo se los dejo a mi almohada, junto con los gritos que ahogo cuando la música está alta. La maleta se quedó vacía y ninguno de los dos decidió apartarla del camino o rellenarla con la ilusión que se nos fue. El pasar las hojas del calendario se lo dejo al tiempo y ya no más a tus manos. Me he quedado con parte de tu tristeza para que no te pese tanto; sí que era una adicción pues no la dejo un minuto. La historia más bonita que hemos vivido y que parece no volverá a repetirse se la dejamos a las letras que sangramos cuando la vida nos duele. No sé tú, pero a mí me pasa constantemente. Te dejo mis rizos, mi risa y la ternura, que ya escasea. Me dejas tu sonrisa, tu acento y nuestros siete años de diferencia. Siempre fue la única real que tuvimos: hemos tenido que rompernos para volar juntos (o caer, si prefieres verlo así). Juntos, volvemos a sentir lo mismo de forma distinta. Las ganas de seguir luchando me las guardo en un cofre bajo llave para evitar volver a escuchar un "no" de tu teclado. A ver si las reúno todas y las encierro de una vez... Te regalo lo que me queda de felicidad para que intentes perdonarme. El daño y la desilusión nos lo repartimos a partes iguales. El sueño también, que llevo tiempo sin pegar ojo por escribir cosas como esta cada noche.

Pero las cartas quemadas las comparto contigo. No querrás creerme, no es daño gratuito, rencor ni odio: solamente dolor. Son ganas de demostrarte que me sigues doliendo como aquel octubre oscuro. Es la última bala del cartucho que gasto con la absurda esperanza de cambiar algo sabiendo que la posibilidad es infinitamente remota (si no imposible), de volver a abril, y sabiendo que sólo me ganaré palabras malsonantes de gente que no sabe de mí y de ti con dos cervezas de más por tus venas en una noche de borrachera.

¿Qué me has hecho? Cómo puedes dolerme tanto, joder. Cómo dueles...