miércoles, 10 de agosto de 2011

Momento amargo

Una manía. Algo que estaba arraigado en su ser, haría ya cosa de tres años. Aquella noche se puso a navegar por la red y se le ocurrió escribir esa curiosa costumbre. Pasmada, leyó que se trataba de una enfermedad que tenía su relación con los trastornos obsesivos compulsivos pero de la que se desconocía su origen o causativo. Una puta manía que ya había dejado de serlo: estaba enferma. Había un desorden en su cerebro.

Sabía de casos que habían recurrido a psicólogos e incluso a psiquiatras. Y eso la asustaba de una forma terrible. Después de una semana de asimilación necesitaba hablar con alguien y decidió contárselo a su mejor amiga, María. Más aún le aterraba su reacción a pesar de que sabía que ella siempre iba a estar ahí para apoyarla en todo. Se imaginó el momento, lugar y palabras que le diría.

-Soy muchas cosas. Esa es una más, así que míralo todo en conjunto y no te quedes sólo con eso.
-No seas tonta, vayas a pensarte que voy a alejarme de ti. –Se acerca y la abraza, esperando consolarla–.
-Gracias por estar conmigo... Me sentía sola, tía. –Las primeras lágrimas se deslizan por su rostro–. ¿Cómo puede ser algo tan serio tirarse del pelo? No lo controlo, se me van las manos a la cabeza y cuando quiero darme cuenta ya tengo cabellos por los hombros y... –Su voz se quiebra y le impide seguir–.
-Tranquila, tranquila. ¿No eres la única, no? –Le da uno de esos abrazos que sólo María sabe dar–. Lo correcto sería decirte que se lo comentaras a tus padres y fueras al médico. Pero... –Abrazo interrumpido–.
-No, lo superaré yo sola. –Se separa un poco más para ponerse en guardia porque al parecer, olvida con quién está hablando–. Como el que deja de fumar, es cuestión de fuerza de voluntad.
-Es lo que iba a decirte... –Las dos se dirijen una sonrisa de perdón–. Sé que lo piensas, así que deja de repetirte en tu cabeza que estás enferma porque no lo estás, ¿vale? Saldremos de esta juntas.

Se abrazan sentadas en el banco cuando los ven a ellos salir de la piscina con el fin de encontrarlas. Apresuradamente le dice a María:
-Esto sobra, pero no le cuentes nada a nadie.
-Tienes razón. Sobra. Te quiero mucho, lo sabes ¿no? Venga, sécate las lágrimas que te van a ver. –Recoge con la punta de sus dedos las gotitas de las mejillas de su amiga–.
-¡Pero si tengo la nariz roja y los ojos como chupes! Serán tontos pero no ciegos. –Su voz se ahoga cuando se ve forzada a pegar la boca contra la camiseta de María, que vuelve a abrazarla con la idea de que Miguel y Juan, que ahora están frente a ellas, no vean demasiado–. No tendría que avergonzarme ni huir de esto, ¿verdad?

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Este relato (real o ficticio, ya conocéis mis tendencias) va por todas aquellas personas que sufren tricotilomanía o sus derivados más avanzados. Quien no sepa lo que es y se informe, deciros que puede parecer  "una tontería", pero no sabéis hasta qué punto os equivocáis. Conozco a una persona que la padece muchísimo más cerca de lo que podría haberme imaginado. Mucho ánimo y fuerza a todos vosotros, tanto al que sufre como al que ve sufrir. Con todo mi más sincero apoyo, C. R. S.

8 comentarios:

  1. Hola!!! muchas gracias por querer seguirme me gusta mucho como escribes :D
    nose como es que no te deja seguirme no he tenido ese problema nunca :S

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  2. Puede que sea un problema mío, últimamente en mi blog también me ocurre. A ver si me paso por el tuyo y pruebo otra vez. ¡Gracias! :)

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  3. Todavia no he escrito en TQD jejejeje
    tu si que telita como escribes y enhorabuena por la musica que tienes puesta! te voy a seguir bastante que me gusta mucho tu blog :D Gracias!

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  4. Yunta, dime tu nombre de usuario que resolvemos los problemas hombre! jajaja
    Fontaine... solo puedo decirte que ¡muchas gracias!

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  5. voy voy!! jajajaj DarkFenix tengo puesto!

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  6. Pues no conocía este trastorno pero he visto algunas fotos en google y la verdad que puede llegar a unos extremos llamativos.

    En cualquier caso gracias, porque hoy ya conozco algo que no sabía.

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