miércoles, 9 de abril de 2014

Scarlet letter

He soñado que volvía.

Que me enviaba una carta anónima de cuatro folios, escrita con su letra en bolígrafo rojo.
Que venía a verme porque por fin entendió que no fueron maneras de decirme adiós.
Que me alejaba de él un segundo y pensaba en si se habría cansado de esperarme. 
Que me tumbaba encima suyo mientras le besaba con miedo a que me apartara. 
Que los calendarios dejaban de existir y el reloj no dolía porque se paraba.
Que no llorábamos más, que éramos felices sin ayuda de la felicidad.
Que soñaba con mis dedos enlazados en los suyos y me extrañaba.
Que tocaba para él River flows in you hasta dolerme las manos.
Que parecía entender algo más de la mitad de la historia.
Que lloraba conmigo por todo lo que vivimos juntos.
Que perdía el control en el peor de los sentidos.
Que recordaba la tristeza para olvidarme a mí.
Que decía que me quería para toda la vida. 
Que me besaba de nuevo en la espalda.
Que me llamaba para hablar un rato.
Que esta vez me quería de verdad.
Que él era mar; yo la tormenta.
Que nos amábamos sin mañana.
Que volvíamos a estropearlo.
Que volvíamos a intentarlo.
Que conocía a mis padres.
Que la cosa iba más allá.
Que no era un cobarde.
Que me quería mejor.
Que le pedía perdón.
Que me quería más.
Que le dejaba.
Que... Nada.

He soñado que vivía con miedo.

Que venía de repente y se iba yendo poco a poco. Fue una ola en el mar que iba y venía hasta que ya no regresó más a mi orilla. Y así, otras olas fueron borrando sus marcas en mi arena. Pero el orden de los granos, en el fondo, siguió igual a como él (me) lo dejó.

He soñado contigo. Quizás demasiado, tanto que ya viví lo que me faltaba por vivir(te).
Tanto que a veces pienso y creo que ya no necesito esa llamada,
que realmente nunca esperé verte frente a mi puerta,
que ya no busco en el buzón esa carta...

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