Dream

Ojos grandes, con una forma un tanto triste, cerrados, inmersos en el mundo de los sueños. Nariz que se ensancha para dar paso al aire, tranquilamente. Boca entreabierta por la que se ve parte de su dentadura, resplandeciente y perfecta. Torso desnudo, sin camiseta. Pecho que sube y baja al ritmo de su serena respiración. Manos grandes y suaves sobre su cuerpo torcido, posado en mi dirección. Cabello alborotado, prueba de lo que habíamos vivido horas antes.

Y ahí estoy yo, por fin, con él. Esa noche no podía dormir, me conformaba con pasarme toda la madrugada observándole. Era tan difícil de creer... hasta aquél momento. En cuanto la duda se atrevía a rondar por mi cabeza, le acariciaba la mejilla, pasaba mi mano por su pelo. En una de esas caricias  su boca me llamó a pesar de no articular palabra y despertó con mi rostro a escasos centímetros del suyo. Me encontró mirándole con la sonrisa dibujada en los labios. No hizo falta decir nada, me cogió de la mano y jugueteó con ella sin dejar de escrutarla.

En ese momento, advertí su timidez acerca de lo que iba a decir a continuación. Dos palabras fueron necesarias para volver a arrancarme la sonrisa, una realmente sincera. Las únicas que siempre he querido escuchar, las que hacía años que deseaba oír. Él, desde que nos conocimos sólo ha sido él, el dueño de mis pensamientos, quien tenía y tiene la llave que puede liberarme y mostrar la persona que llevo dentro y que nadie ha conseguido atisbar.

Sé que cada vez anda más cerca de esa llave, que la busca y que la encontrará algún día. No importa cuánto tarde, lo verdaderamente relevante es que algún día la tendrá en sus manos y yo estaré ahí, esperándole.