miércoles, 23 de octubre de 2013

Pandora

Quién le mandaría abrir la caja de Pandora, y nunca mejor dicho. Se topó con ella y no tuvo nada mejor que hacer que abrirla para echarle un vistazo rápido, o eso se prometió. Su idea era como ver el tráiler de una película, sólo que esta vez ya conocía el final. Lo que empezó con un "no pasa nada, afrontemos el problema" acabó en un "pero qué estoy haciendo".

Se sentó en el suelo mientras se iba construyendo a su alrededor un fuerte a base de pañuelos de papel. Un te quiero perdido entre letras se abrió paso entre las lágrimas de sus ojos para empañarlos más aún. Todas aquellas cartas, todos aquellos recuerdos, símbolos, palabras y promesas parecían haber sido arrastrados a otro lugar por el viento de un falso invierno que resultó ser Otoño. Se preguntaba cómo iba a salir de aquello, si después de unas semanas en las que parecía que iba a mejor, acabó descubriendo que su mundo nunca había cambiado de estado. Seguía en ruinas, o eso quería ver.

Se situó en la etapa de los "estoy bien", esa en la que te ríes de la mayor de las tonterías, esa en la que no puedes responder a un "¿cómo estás?" sin que se te haga un nudo en la garganta; la misma en que no quieres escuchar de alguien si te pasa algo, porque te nota "triste últimamente". La fase en la que crees que es el fin del mundo, pero el sol te despierta por las mañanas y te preguntas cómo puede seguir la vida su curso si tú lo que quieres es algo así como un minuto de silencio por lo que se ha muerto en ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario