Vuelvo a casa por el mismo camino que hicimos juntos hace menos de una hora, sólo que esta vez mis pies bailan sin los tuyos. Fui incapaz de esperarme a ver marchar tu tren. Quería llegar a casa, no sin antes pasar por calles y bares que fueron testigos de nuestros besos y miradas. Quería llegar cuanto antes, para llorar todo lo que evité llorar contigo delante.
Quise cerrar la puerta de un golpe al no verte pasar detrás de mí. Lanzar el bolso al suelo y tumbarme en el sofá, rota por la impotencia. Darle golpes al cojín con rabia, rabia de quererte a mi lado y no poder estar cerca siquiera.
Sé que nada de lo que haga va a llenar el vacío de mi cama esta noche, ni el de mañana, ni el de la siguiente. Lo único que va a llenar los huecos de mi alma son tus brazos. Todo lo que tocas pierde su identidad y le das tu esencia. Esencia que has dejado por todo mi cuerpo. Identidad que perdí de tu mano.
Cada vez me cuesta más ir en dirección contraria a tu destino cuando llega la hora del "hasta luego". Cada vez duele más. Cada vez te quiero más, aunque no sé si mejor. Cada vez tengo más claro que no quiero a otro en mi vida.
Pensé que nadie derrumbaría mi muro, que nadie entraría jamás, que nadie sería capaz de poner mi vida patas arriba de la mejor manera posible. Me equivocaba. Y me encanta hacerlo de esta forma.
Cuando las cosas salen bien, es cuando mejor sienta haberse equivocado al principio.
ResponderEliminarLa distancia en estos tiempo, es sólo un pequeño salto de tren y calendario.
Cuídate.