Cierras la puerta a tus espaldas. Mirándome fijamente me desnudas con los ojos y piensas otras cosas que no sé hasta qué punto es políticamente correcto detallar. Me pones contra la pared, me besas con ardor; te beso con violencia. Me muerdes, nos rompemos.
Nuestras respiraciones cobran vida propia, descontroladas se pierden en dos bocas mientras una lengua baja por mi cuello, por tus hombros, por mi pecho.
Empieza a sobrarnos la ropa. Me guías hasta la cama haciéndome recoger besos de tus labios. Deshacemos las sábanas, y con ellas tú y yo.
Empieza a sobrarnos la piel. Te la robo a mordiscos. Sobrepasamos los límites de la locura y nos volvemos cuerdos.
Empieza a sobrar todo que no sea nuestros cuerpos. Me hago con todo lo que una vez te perteneció y te colonizo con intención de quedarme.
Durante ese minuto no fuiste mío, ni tuyo siquiera. Sólo fuiste.
Brutal escena detallada con arte. Me ha gustado mucho tu relato.
ResponderEliminarAhora, voy a bucear un rato por tu rincón.
Cuídate.