domingo, 26 de mayo de 2013

The blame is on you

Hace un año nunca me hubiera imaginado mi vida ahora. Cuando lo hacía otras veces nunca me equivocaba y, por una vez, lo he hecho. Sabía que mi vida iba a cambiar: otra ciudad, otra gente, otra vida, otro todo. Lo que no sabía es que mi todo iba a tener nombre de hombre.

Él sería el culpable de pasar las tardes esperándole tirada en la cama escuchando música o, al menos, con ella como banda sonora de los besos y caricias que le daría en mi imaginación. Que sería el que me robaría las horas de sueño para cambiármelas por abrazos y canciones.

Antes de conocerle me consideraba una persona bastante razonable, con sentido común. Pues bien, la razón no sé a dónde cojones se la ha llevado y el sentido común se reduce a los sentidos que quiero tener puestos en él (que son siete y no cinco).

Y es que todo lo que digo, todo lo que hago, me sabe a poco. No sé expresar lo que siento, las palabras no le hacen justicia. Una vez escribí una mentira que rezaba algo así como: todo este tiempo había estado muerta, inerte, pensaba que sentía y no era cierto; ahora sí que siento. Esa es la mejor verdad que puedo decirle al que le da sentido a mis días. Tú. Ladrón furtivo de sonrisas.
 
Mis letras más desgastadas son: t, q, u, i, e, r, o. Todas las demás quiero desgastarlas contigo. Con nuestros cuerpos rozándose, nuestras almas gimiendo y nuestras bocas jadeando.

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