Te he visto pedirme un café. Hablarme de tu familia y del hermano que nunca tuviste. Te he sorprendido mirándome los labios. Nos he visto cobardes y pidiendo perdón cuando nuestras manos chocaban. Te he visto evitar una sonrisa mientras me veías llegar.
Me he visto pedirte un beso con la mirada. Nos he visto nerviosos a la hora de irme a casa, sin saber qué hacer o cómo despedirnos: ¿un beso en la mejilla? ¿Dos? ¿O un pico en las comisuras? Nos he visto de la mano, agarrados a la cintura del otro como si fuera nuestro salvavidas.
Nos he visto torpes, infantiles, como si por primera vez estuviéramos donde debíamos estar. Te he visto acercarte a mí, en silencio. He sentido tus labios bailar con los míos. He visto mucho pero... no he vivido nada.
Dame el tiempo que no te haga falta
y prometo invertirlo en caricias en tu espalda...
y prometo invertirlo en caricias en tu espalda...
Llega el día en que alguien "ve" de la misma forma y entonces las visiones pasan a ser día a día.
ResponderEliminarEl problema surge cuando a la persona que vemos no nos ve a nosotros. O cuando no sabemos si ve algo. ¿Existen las señales inequívocas? Yo creí que sí, pero me he pegado cada hostión que ahora lo dudo...